Obi, el perro perseguidor de chicas

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Era un día de sol espléndido y el perro perseguidor de chicas, llegó a la playa vibrando con una energía electrizante. Era un pastor suizo joven e inquieto que emanaba una alegría frenética y radiante. Atento al aire al sol, al agua y a todo lo que lo rodeaba, nada le era indiferente. Con todos sus sentidos ampliados, parecía un radar, lo que se llama “una criatura feliz”. Disfrutaba de todo a pleno porque era el día de paseo, de libertad, de regocijo, de ver a sus amigos de siempre y de hacer nuevos. Sonreía como sonríen los perros: con todo su ser, con toda su vida, porque los perros son transparentes y son presencia pura. Expresaba su alegría con su cola y con todo su cuerpo.

Perritas a la vista

Para Obi, el perro perseguidor de chicas, había llegado la primavera y por eso corría de un lado a otro intentando jugar con las perritas que estuvieran cerca. Había una perra en particular, una cocker spaniel un poco tímida o cansada, que Obi intentaba conquistar sin éxito. Pese a sus esfuerzos, la perra seguía tirada en su toalla. Finalmente el dueño de la cocker spaniel intervino y Obi, tuvo que alejarse, pero sin dejar de mirarla, de hacerle guiños. Y aunque pasaban las horas no se cansaba de intentarlo, de jugar con las perritas de la playa. Un rato largo les tomó a los dueños «capturarlo» para llevarlo a casa. Para mi fue una experiencia enternecedora ver a Obi tan lleno de vida disfrutando a pleno, sin preocuparse por los rechazos o la indiferencia. Lo importante era seguir jugando, viviendo, intentándolo. Este perrito fue la enseñanza del día, porque yo también había estado persiguiendo perros.

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