Me parezco a mi perro ¿o mi perro se parece a mi?

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Es de público conocimiento, que los dueños y  sus perros se parecen.   “No hay perro que no se parezca al dueño” dice el dicho. Pero el parecido no se limita a la apariencia física, sino también al comportamiento y a la personalidad.

Existen diversas investigaciones que corroboran estas similitudes. Según un estudio realizado en Japón, las personas tendemos a elegir al animal cuyos rasgos faciales tienen más similitud con los nuestros, aunque no lo hagamos conscientemente, debido a lo que llaman “el principio de familiaridad”.

También en la universidad de Viena, los investigadores comprobaron científicamente que cuanto más ansioso y neurótico resultaba el dueño, más lo era el perro y lo mismo ocurría a la inversa. Llegaron a la conclusión de que el comportamiento de los perros está influenciado por los humanos.

Hay experiencias de personas que en el momento de adoptar un perro, han sido “elegidos” prácticamente por él: “apenas entramos, de todos los perros que había, Boby fue el que nos miró y nos sonrió. Fue amor a primera vista”. Ciertamente, estos seres que son pura intuición, perciben nuestra predisposición y nos buscan, pero nosotros también ponemos de nuestra parte.

Ese encuentro de compatibilidades es muy importante ya que nuestros perritos nos acompañan durante toda su vida. Ese tiempo, en algunos países, equivale a la duración promedio de un matrimonio. 

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La ley de atracción dice que lo semejante se atrae,  y esto puede aplicarse a estas criaturas a veces peludas y casi siempre de 4 patas. Según dicha ley, somos una extensión de la energía del universo en una forma física y atraemos lo que vibra a una frecuencia similar. Y nuestra mascota no es la excepción.

Que ejercemos influencia sobre nuestra mascota está comprobado, pero lo inverso también es verdad. Los lazos que nos unen con nuestros perros son tan fuertes que los latidos de nuestros corazones se sincronizan cuando estamos juntos, y eso también está probado científicamente

Vivir con un perro tiene beneficios físicos y emocionales, que ya nadie puede poner en duda. Los perros nos ayudan a superar el stress y nos empujan a vivir en el ahora. Nos dan la oportunidad de manifestar nuestras emociones: amor, compasión, cariño y desarrollar habilidades como la paciencia y la empatía. Ellos perciben como nos sentimos, corresponden nuestros sentimientos y nos aman incondicionalmente. Además de contagiarnos esa alegría genuina de estar siempre felices de vernos, aunque nuestra ausencia haya sido mínima.

La similitud no puede atribuirse al mero hecho de pasar mucho tiempo juntos o de haber educado a nuestro perro, hay lazos “invisibles” que nos conectan. Sera tal vez porque los perros forman parte de nuestra familia.

Esta semejanza entre perros y dueños es una realidad visible, algunos tienen parecido físico, caminan de la misma forma, o gruñen de manera similar, basta con observar los ojos y los pies para darnos cuenta del “parentesco”. El parecido puede manifestarse de diversas formas, pero lo cierto es que cuando estamos juntos, es innegable que ese perro y yo, somos un duo.

Así que, ¡¡No te quejes nunca de tu perro!!

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¿Estas personas se parecen a sus perros?

Una respuesta a “Me parezco a mi perro ¿o mi perro se parece a mi?”

  1. Hola nos encantó el libro, hermosas las fotos y emocionante cada historia y lugares, bellos esos perritos. Felicitaciones

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